lunes, 20 de agosto de 2012

Turn off.


A veces me resulta cuanto menos paradójico lo desapercibidas que pueden pasar las cosas más elementales de la vida. Ya lo decía el famoso libro de Antoine de Saint-Euxpéry : Lo esencial es invisible para los ojos.
Imaginemos pues que a cada uno de nosotros al nacer nos dan una potente linterna, con la total libertad de encenderla cuando y como queramos, y cuando digo cómo abarco todas las posibilidades: intensidad, dirección, duración...
Habiendo interiorizado la idea conviene plantearse varias cuestiones: aquellas personas que no encienden su linterna, obviamente, no brillan. Las que las encienden, por ende, iluminan al resto. Y he ahí una de las principales controversias: el que posee la luz atrae al que no, siendo capaz de ver hasta su más pequeño defecto pero aún así sintiéndose completamente maravillado ante tanto esplendor. Sin embargo, a él no lo ve nadie. La luz lo impide. Ciega. No tienes más que mirar fijamente al sol para comprobar la ilusión óptica de la que te hablo. El que brilla no es visto por lo demás. Tan solo es capaz de mostrar destello, y de lejos, porque si te acercas e intentas profundizar acabas viendo no más que una mancha que te obnubila.
Del mismo modo y siguiendo la metáfora, dos personas que brillan jamás podrían encontrarse. La luz del otro acabaría por cegar a cada uno de ellos, recíprocamente, y jamás podrían llegar a un acercamiento.
Y como espero que así sea, pequeñas mentes efervescentes, os preguntaréis qué ocurre con los "no iluminados" En realidad, son los más afortunados. Son vislumbrados por aquellos que poseen luz, y aún no siendo dueños de una propia, son capaces de despertar curiosidad en aquellos que la tienen. Y mejor aún, pues en estos casos no hay un sufridor, si dos personas sin luz se encuentran, chocarán (recordemos que ninguna ha sido capaz de ver a la otra) y como resultado del choque surgirá la curiosidad, curiosidad que no irá más allá de la superflua, pues no poseerán ninguno la suficiente potencia lumínica como para ahondar en profundidad. Y serán felices en su desdicha.

La cuestión es: ¿sale rentable al fin y al cabo nacer con luz? ¿Cuántos millones de almas luminosas habrá a nuestro alrededor y no seremos capaz de verlas por pura física? 

Click.

viernes, 29 de junio de 2012

Brilla el sol. 26 horas después. Brilla diferente. Huele a casa, a verano, a libertad, a mi gente. Huele a playa, a mar. Sabe a sal.



martes, 1 de mayo de 2012

Como agua para chocolate.


En 1669 Brandt, un químico de Hamburgo buscando la piedra filosofal descubrió el fósforo.
Mi abuela, Luz del Amanecer, era una india kikapoo iea, decía que todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior y que no los podemos encender nosotros solos. Necesitamos, como en este experimento, oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en nuestro caso el oxígeno debe de provenir por ejemplo del aliento de la persona amada, la luz de la vela puede ser cualquier cosa: una melodía, una palabra, una caricia, un sonido, just antything. Algo que dispare el detonador y encienda una de las cerillas.
Cada persona tiene entonces que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir ya que la combustión que se realiza al encenderse uno de ellos, eso, es lo que nutre de energía al alma. Si no hay detonador para los fósforos, entonces la caja de cerillas se humedece y ya nunca podremos encender uno sólo de ellos.
Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillas húmedas. Puedes estar segura de que sí tiene remedio. Claro que también es muy importante encender las cerillas una por una, ya que si por una intensa emoción llegáramos a encender todos de un solo golpe se produce un resplandor tan fuerte que aparece ante nuestros ojos un túnel ESPLENDOROSO que nos muestra el camino que olvidamos al nacer y que a la vez nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino.


lunes, 23 de abril de 2012

El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir.


"De cómo el personaje fue el maestro y el autor su aprendiz."
                                                                   José Saramago.

jueves, 19 de abril de 2012

De camino a la rutina.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde,
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante. 


                                Jaime Gil de Biedma.

domingo, 15 de abril de 2012

Hoy es un día perfecto para decir adiós.

En la vida de toda mujer llega un día inevitable. No sabes explicar qué ha originado el cambio ni qué es exactamente lo que ha cambiado, pero sabes que has sobrepasado el punto de no retorno. No entiende de edad ni de emplazamientos y probablemente no entienda de circunstancias adecuadas. Pero llega.

Y con él llega el momento a partir del cual el sol no brilla con la misma intensidad, la gente no recibe lo que les das porque sí, el mundo no te devuelve sonrisas sin que haya una razón oculta. Las personas ya no sólo hablan con palabras. Los amigos no son de los que se irán, las buenas lecciones las aprovechas, los momentos plenos son enriquecedores del alma, las conversaciones tienen más que un principio y un fin. Una sonrisa ya no se esboza por complacer, los rebatimientos cada vez son menos caprichosos. Aprendes a aceptar lo injusto y aún así sigues aplicando la coherencia a tus actos. Descubres que se puede controlar aquello que dependa de ti, y no intentas dirigir al resto.
Tus ojos han sido extraídos de sus órbitas y ahora utilizas unas lentes que muestran realidades, oscuras a la par que esclarecedoras.

Sin embargo, a pesar de lo negro que se ponga el asunto no te dejas vencer ni una sola vez más. Porque por contradictorio que suena, el mundo adquiere una belleza abismal. Y tú tienes más ganas de vivir que nunca.




En la vida de toda mujer llega el día en que al mirarse al espejo sabe que puede comerse el mundo.

viernes, 14 de enero de 2011

Quizá

Hemos sido como la noche y el día, como los espejos que están formados por mitad luna mitad sol, como la sal y el azúcar, como el agua y el aceite: inmiscibles.
Me has hecho ser la más feliz y la más infeliz. A veces he tenido ganas de saciarme con cada rincón de tu piel y otras sin embargo te he repudiado hasta el más banal de los ofrecimientos.
Hemos compartido tantas cosas que sería incapaz de enumerarlas a día de hoy, pero nos quedan tantas pendientes que no sé ya quién gana a qué.
Me has buscado y me has perdido tantas veces, que me he desgastado. Me has desgastado.
Y sin embargo, a día de hoy sigo escuchando canciones que me recuerdan a ti, sigo sin ver las películas que dije que vería contigo, sigo confundiéndote con la gente en la biblioteca, sigues apareciendo en mis sueños, sigo sin querer, si no es contigo,  ir a los sitios a los que prometiste que me llevarías. Sigo esperando mi atrasado regalo de cumpleaños, sigo imaginándome nuestro pequeño hijo, y sigo imaginándome cómo sería nuestra vida dentro de 15 años viviendo juntos en un gran chalé donde los niños correteen por el césped. Incluso sigo dedicándote blogs.
Y como siempre, en el lado opuesto te tenemos a ti. Viendo todas aquellas películas que dijimos de ver juntos, escuchando canciones que aunque debieran no te recuerdan a mi, yendo a donde siempre quise que vinieras conmigo, soñando con toda silueta femenina que se cruce en tu camino excepto con la que representa mi ser, comprando regalos a quien quiera que no sea yo, escribiendo de todo que nunca es para mí.
En esta relación ha habido dos polos opuestos, los mismos que un día se atrajeron, y que a día de hoy se repelen.


Puede que algún día, dentro de mucho tiempo, sea capaz de perdonarte.