Me has hecho ser la más feliz y la más infeliz. A veces he tenido ganas de saciarme con cada rincón de tu piel y otras sin embargo te he repudiado hasta el más banal de los ofrecimientos.
Hemos compartido tantas cosas que sería incapaz de enumerarlas a día de hoy, pero nos quedan tantas pendientes que no sé ya quién gana a qué.
Me has buscado y me has perdido tantas veces, que me he desgastado. Me has desgastado.
Y sin embargo, a día de hoy sigo escuchando canciones que me recuerdan a ti, sigo sin ver las películas que dije que vería contigo, sigo confundiéndote con la gente en la biblioteca, sigues apareciendo en mis sueños, sigo sin querer, si no es contigo, ir a los sitios a los que prometiste que me llevarías. Sigo esperando mi atrasado regalo de cumpleaños, sigo imaginándome nuestro pequeño hijo, y sigo imaginándome cómo sería nuestra vida dentro de 15 años viviendo juntos en un gran chalé donde los niños correteen por el césped. Incluso sigo dedicándote blogs.
Y como siempre, en el lado opuesto te tenemos a ti. Viendo todas aquellas películas que dijimos de ver juntos, escuchando canciones que aunque debieran no te recuerdan a mi, yendo a donde siempre quise que vinieras conmigo, soñando con toda silueta femenina que se cruce en tu camino excepto con la que representa mi ser, comprando regalos a quien quiera que no sea yo, escribiendo de todo que nunca es para mí.
En esta relación ha habido dos polos opuestos, los mismos que un día se atrajeron, y que a día de hoy se repelen.
Puede que algún día, dentro de mucho tiempo, sea capaz de perdonarte.